domingo, 15 de marzo de 2009

La asignación intocable del presupuesto estadounidense


La ayuda militar de EE.UU. a Israel


En estos días de crisis económica, exceso de gastos presupuestarios, asignaciones, y rescates multimillonarios en dólares, cuando se obliga a los estadounidenses a apretarse sus propios cinturones, una de las asignaciones más automáticas – un rescate por donde se mire – va a un gobierno extranjero, pero es incomprendida por la mayoría de los estadounidenses. La ayuda militar de EE.UU. a Israel es dosificada en incrementos anuales de miles de millones de dólares, pero prácticamente no es cuestionada mientras otros desembolsos fiscales son drásticamente recortados.
EE.UU. e Israel firmaron en agosto de 2007 un Memorando de Entendimiento en agosto de 2007, comprometiendo a EE.UU. a dar a Israel 30.000 millones de dólares en ayuda militar durante la próxima década. Es un subsidio, pagado en efectivo al comienzo de cada año fiscal. La única estipulación impuesta al uso de ese regalo en efectivo a Israel es que gaste un 74% en la compra de bienes y servicios militares de EE.UU.
La primera donación bajo este acuerdo fue hecha en octubre de 2008, para el año fiscal 2009, por una suma de 2.550 millones de dólares. Para llevar el monto total de 10 años a 30.000 millones de dólares, las cantidades en los próximos años aumentarán gradualmente hasta llegar a un nivel anual de 3.100 millones de dólares por año en el año fiscal 2013. Así continuará hasta el año fiscal 2018.
Israel es de lejos el mayor receptor de ayuda al extranjero de EE.UU. Desde 1949, EE.UU. ha suministrado a Israel 101.000 millones de dólares en ayuda total, de los cuales 53.000 millones de dólares han sido ayuda militar. Durante los últimos más de 20 años, Israel ha recibido un promedio de 3.000 millones de dólares por año en subsidios; hasta ahora ha sido una mezcla de ayuda económica y militar.
Israel recibe su ayuda bajo condiciones mucho más favorables que algún otro receptor. Egipto, por ejemplo, recibe 2.000 millones de dólares al año en ayuda económica, pero es un préstamo y deben ser reembolsados. Arabia Saudí también tiene equipamiento militar de EE.UU. en su arsenal, pero compra y paga por ese equipamiento, y no es un regalo como en el caso de Israel.
Se puede decir que la ayuda a Israel beneficia a EE.UU. porque lo gasta para comprar equipamiento fabricado en ese país. Pero ese reciclaje de dineros fiscales a la industria de armamentos no es la manera más sabia de estimular la recuperación económica general. En los hechos, en medio de una crisis financiera, incurrir en una obligación a largo plazo de esta magnitud es extremadamente irresponsable.
Cuando Israel ataca a los palestinos, como lo hizo durante el reciente ataque contra Gaza, sus instrumentos de destrucción son jets de caza y helicópteros de ataque estadounidenses, misiles estadounidenses, fósforo blanco hecho en EE.UU., aplanadoras Caterpillar hechas en EE.UU. Toda esta destrucción hecha en EE.UU. es claramente identificable para las audiencias de televisión en todo el mundo árabe y musulmán, donde los televidentes reciben una dieta continua de noticias que muestran a civiles palestinos muertos por armas hechas en EE.UU. Terroristas como Osama bin Laden logran encontrar reclutas en esa vasta población, que siente afinidad con los palestinos y se siente atacada por EE.UU.
La Ley de Ayuda al Exterior de EE.UU. estipula que no se puede suministrar ayuda a un país que se involucra en un patrón permanente de violaciones del derecho internacional de derechos humanos. Israel ha sido acusado por organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch precisamente por tales violaciones durante el ataque contra Gaza y en ataques pasados. Israel también viola la Ley de Control de las Exportaciones de Armas, que estipula que las armas de EE.UU. deben ser utilizadas sólo para la “seguridad interior.”
Este paquete de armas, además debilita seriamente la misión de los mediadores de paz de EE.UU. como la del ex senador George Mitchell, recientemente nombrado por el presidente Obama como enviado a Oriente Próximo. Mientras Israel pueda sentirse seguro de que se le garantiza un paquete anual de armamento de miles de millones de dólares, no tendrá incentivo alguno para prestar atención a los esfuerzos de mediación de Mitchell, para hacer las concesiones territoriales necesarias para llegar a un acuerdo de paz, para dejar de construir asentamientos y otra infraestructura en los territorios palestinos ocupados, o para detener sus ataques contra palestinos.
Al comprometerse a este paquete de armas, EE.UU. debilita con una mano el mismo acuerdo de paz que trata de promover con la otra.
Estas deformaciones de los intereses nacionales de EE.UU. deben terminar.

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