martes, 21 de julio de 2009

Vidas paralelas: La pobreza mundial y las ganancias capitalistas

Para la prensa del sistema el aumento de la pobreza mundial y el aumento de la riqueza no son procesos inversamente proporcionales que se retroalimentan a nivel de causa y efecto. Pobreza que se expande a escala global, y riqueza (activos empresariales y fortunas personales) que se concentra en pocas manos no tienen nada que ver uno con el otro, van por vías separadas. Que las fortunas personales de los "más ricos" del ranking Forbes dupliquen el PBI mundial, no tiene nada que ver con la existencia de 3000 millones de personas (la mitad del planeta) que padecen "pobreza estructural", o de las 1000 millones que no cubren sus necesidades básicas de alimentación y supervivencia en el mundo. Los extremos nunca se tocan, el gran secreto para publicar informes sobre pobreza y riqueza sin que aparezcan las causas estructurales de la existencia de ricos y pobres.
Mientras el Departamento de Agricultura estadounidense (ERS) nos informa que más de 80 millones de personas se han convertido en población mundial en riesgo de falta de alimentos a lo largo del año pasado a consecuencia de la suba de los precios de la energía y de los alimentos, otra información consigna que la mayoría de los grandes bancos estadounidenses (Citigroup, Morgan Stanley, Bank of América, Goldamn Sach, JPMorgan Chase, etc) han cosechado ganancias siderales pese a la crisis económica recesiva que derrumba a la economía real.
Todas estas instituciones madres del sionismo financiero USA, reportaron ingresos exorbitantes en el segundo trimestre, y se configuraron como las "grandes ganadoras" entre los que hacen negocios con la crisis recesiva en la primera potencia imperial.
Por supuesto, que entre ambas noticias (el hambre mundial y las ganancias capitalistas) no se consigna (como detalle) que una porción significativa de los ingresos bancarios del segundo trimestre provienen de la especulación financiera con el petróleo y las materias primas en los "mercados a futuro" que vuelve a impactar como suba en el precio de los alimentos y de la energía mundial.
Según el informe oficial estadounidense, las perspectivas (del hambre mundial) son mucho peores si se aplican las predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) que advierte que el número de personas en riesgo se incrementaría nada menos que en un 12 por ciento a lo largo de 2009: 97 millones de personas, siendo América Latina y el Caribe las regiones más afectadas, ya que diez millones de sus residentes pasarían a formar parte del grupo afectado por la inseguridad alimentaria.
Por supuesto que la "inseguridad alimentaria" nada tiene que ver con el mercado de commodities, donde, según estimaciones del Senado USA, en marzo de 2008 diariamente se especulaba con US$8.600 millones, y en un sólo día se especulaba tanto como en 20 días del 2003.
Sólo en febrero de 2008 se crearon 160 fondos de inversión a nivel mundial de commodities agrarios, que elevaron a niveles siderales la especulación en los "mercados de futuro" e hicieron estallar hacia arriba el precio de los alimentos esenciales para la supervivencia que ya le faltan a la mitad de la población humana del planeta.
De acuerdo con el informe del Departamento de Agricultura estadounidense, el caso del África subsahariana es especialmente grave. Contiene al 25 por ciento de la población total de los 70 países estudiados, pero más de la mitad del total de la población en riesgo alimentario. Además, la región depende cada vez más de la importaciones de cereal. A finales de los 80 pedían un 10 por ciento, ahora solicitan un 20 por ciento. "Por lo tanto, cuando suben los precios internacionales de los cereales, la capacidad para importar alimentos suele descender, dada la limitada capacidad financiera de la región", según explica el estudio.
Como es de uso, la misma prensa imperial que difunde el informe pasa por alto el detalle de que el precio internacional de los alimentos está determinado por los megaconsorcios capitalistas que controlan la producción, la comercialización y los mercados mundiales de los alimentos.
Fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos, los recursos esenciales para la supervivencia quedan supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear de EEUU y las superpotencias.

En ese escenario, la producción y comercialización mundial de petróleo y alimentos no está supeditada a la lógica del "bien social", sino a la más cruda lógica de la rentabilidad capitalista.
Según la FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de mega empresas controlan el mercado internacional del petróleo, de cuyo impulso especulativo se nutre el proceso inflacionario causal de la hambruna que ya se extiende por todo el planeta.
Entre los primeros pulpos trasnacionales de la alimentación, se encuentran la empresa suiza Nestlé SA., la francesa Groupe Danone SA. y la Monsanto Co., que lideran mundialmente la comercialización de alimentos y que, además de controlar la comercialización y las fuentes de producción, poseen todos los derechos a escala global sobre semillas e insumos agrícolas.
Estas trasnacionales, que hegemonizan su rubro a escala mundial, son las principales beneficiarias del aumento del precio y de la demanda global de petróleo, alimentos y granos en momentos en los que los suministros apenas satisfacen la demanda.
Detrás de este fabuloso negocio con los recursos esenciales para la supervivencia humana, se encuentran los principales bancos y grupos financieros de Wall Street, que juegan un rol determinante en la especulación en los mercados energéticos y de materias primas que impulsan la actual escalada de los precios.
De esta manera, los pulpos petroleros y alimentarios, tercerizados por la especulación financiera, fijan las reglas de juego y el funcionamiento de los mercados de la energía y el petróleo, que, junto con el agua (también controlada por la trasnacionales) conforman los recursos esenciales para la supervivencia de la humanidad.
En consecuencia, la suba de precios es el producto del comercio capitalista monopólico y de la acción especulativa en los principales mercados de materias primas, entre cuyas herramientas financieras se encuentra el ICE [Intercontinental Exchange] de Londres y las bolsas mercantiles de Nueva York y Chicago.
Según analistas especializados de Wall Street, un 60% del precio del petróleo crudo y de las materias primas alimentarias tiene como causal a la especulación en futuros no regulada, de fondos precisamente autodenominados "especulativos", bancos y grupos financieros que utilizan las bolsas de futuros ICE de Londres y NYMEX de Nueva York y el comercio inter-bancos.
En este tercer frente del negocio agro-energético financiero (productor directo de la hambruna y la inflación mundial) se encuentran en primera línea Goldman Sach y Morgan Stanley, súper-gigantes de la especulación financiera en alta escala del capitalismo trasnacional sionista con asiento en Wall Street.
En este escenario, los precios no se fijan sólo por la demanda del consumo, sino básicamente por las necesidades comerciales y la demanda especulativa en los mercados financieros agro-energéticos.
De manera tal, que cuando los analistas le echan exclusivamente la culpa del alza de los precios a la reducción de la producción y de la oferta están escondiendo la especulación financiera como principal causal de la escalada alimentaria y petrolera.
En consecuencia, ningún informe oficial "suelto" sobre el crecimiento de la pobreza y el hambre mundial, destaca que el proceso del alza de los precios y la especulación financiera con el petróleo y los alimentos (la causa de la suba de los alimentos) causan inflación mundial y hambruna generalizada en los países más pobres de la tierra, y sobrepasan las capacidades de los gobiernos que dejan el control de sus recursos esenciales en manos de las corporaciones multinacionales.
Dentro del modelo de economía globalizada de enclave, las corporaciones petroleras, alimentarias y del agua, controlan (a través de la privatización de la actividad económica) todo el proceso de extracción, producción y comercialización local e internacional .
En resumen, controlados por las corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de "bien social", el petróleo y los alimentos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación en el mercado, convirtiéndose en la causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que ya empiezan a desarrollarse por todo el planeta.
De esta manera, la comercialización internacional de los recursos esenciales para la supervivencia no se hace atendiendo a las necesidades de las comunidades desde donde se extraen, sino atendiendo a la lógica de la rentabilidad capitalista de las corporaciones que los controlan.
Los niveles de producción no se realizan atendiendo a las necesidades humanas de la población, sino atendiendo a las necesidades del mercado y de la ganancia capitalista.
Despojados de su condición de "bien social" de supervivencia, esos recursos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación en el mercado, y los precios no se fijan sólo por la demanda del consumo masivo, sino básicamente por la demanda especulativa en los mercados financieros y agro-energéticos.
Y los gobiernos, al no tener poder de gerenciación sobre sus recursos agroenergéticos se convierten en títeres de las corporaciones que los controlan y que se apoderan de la renta del producido por el trabajo social de esos países.
Este es el escenario que no describen la prensa internacional y sus analistas, o las organizaciones del sistema como la ONU y el Banco Mundial en cuyos informes, pobreza y riqueza marchan por vías paralelas, sin que se retroalimenten a nivel de causa y efecto.
La pirámide de riqueza y pobreza

Mientras el proceso inflacionario-recesivo desatado desde las economías centrales (EEUU y Europa) ya genera hambre, pobreza y devaluación acentuada del poder adquisitivo de las mayorías a escala planetaria, un selecto grupo de mega-empresas y multimillonarios multiplican a escala sideral su activos empresariales y sus fortunas personales.
Son los actores complementarios (los generadores del hambre y la pobreza a escala global) que nunca aparecen en los informes y análisis oficiales que atribuyen las causas de las hambrunas y la marginación social no a la explotación capitalista sino a la "mala administración" de los gobiernos.
Los "súper-ricos", ejecutivos y accionistas de los grupos capitalistas que se reparten el mundo como si fuera un pastel, los que aparecen habitualmente retratados en los ranking del jet set decadente, conforman el resultante final de un proceso de acumulación de riqueza en pocas manos a costa de la crisis mundial y del achicamiento progresivo de la participación de las mayorías en el proceso de reparto de la producción mundial.
Mientras la economía mundial ya ingresó en un proceso inflacionario-recesivo que impacta en la suba de los alimentos y del costo de vida de amplias capas de la sociedad mundial (sobre todo de las más vulnerables y desprotegidas), bancos, empresas trasnacionales, (sobre todo petroleras) registran balances de ganancias descomunales superiores al presupuesto y al PBI de decenas de países de la periferia juntos.
Cuando se refieren a la "crisis social", los periodistas, intelectuales y analistas del sistema hablan en forma abstracta y genérica, sin precisar su impacto (discriminado por sector) en la pirámide social del sistema capitalista a escala global.
Así, por ejemplo, la prensa internacional en los últimos días expresa, con total impunidad (y sin contrainformación masiva) cómo la crisis está "afectando a los más ricos" cuya pirámide está encabezada por los súper millonarios del ranking de la revista Forbes.
Los medios y analistas del sistema (que informan a las sociedades a escala masiva) tienen centrada su "preocupación en las pérdidas de los grandes consorcios empresariales transnacionales, en la reducción de las grandes fortunas de los súper ricos y en la devaluación de los multimillonarios sueldos de los ejecutivos de las metrópolis de EEUU y Europa.
Casi no hay informes (y los que hay son manipulados y reducidos) de cómo la crisis de los países centrales ya impacta en las economías y en las sociedades de los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, donde se concentra la mayoría del hambre y la pobreza a escala planetaria.

Los medios internacionales sionistas, que esconden sistemáticamente la relación simbiótica pobreza-riqueza (una es consecuencia de la otra) comentaban con "preocupación" como la crisis redujo el selecto club de súper millonarios del ranking Forbes que pasó de 1.125 miembros en 2008 a 793 en 2009.
En el año 2007, 500 multimillonarios sumaban una fortuna de casi tres billones de dólares, una cifra equivalente al presupuesto anual de EEUU, la mayor potencia imperialista del planeta, y a decenas de PBI (producción del pastel) anuales de países dependientes.
Pese a la crisis económica-financiera mundial y la crisis social que genera la suba de precios de los alimentos y de la energía, las riquezas personales en todo el mundo crecieron un 5 por ciento a US$ 109,5 billones, según un informe sobre "riqueza mundial publicado en el 2008 por Boston Consulting Group (BCG).
Para ilustrar el macro-robo capitalista del producido mundial hay que señalar que la cifra acumulada, según el informe, de US$ 109,5 billones de riqueza acumulada en manos de los "millonarios" (con las súper-fortunas en la cima) se aproxima a casi dos veces el PBI mundial (la riqueza anual producida por todos los países) que ronda en los US$ 70 billones.
Pero, para dar una mejor idea de lo que significa, en términos de comparación, esta cifra de US$ 109,5 billones, hay que puntualizar que equivale a casi dos veces y media el PBI anual de EEUU y la Unión Europea, las dos potencias económicas centrales que concentran más del 60% de la producción mundial.
Esa masa increíble de dinero acumulada por una minoría de "población rica" (regida en el vértice de la pirámide por los súper-ricos) es lo que le falta a los más de mil millones de personas que "sobreviven" con un promedio de un dólar diario, según el Banco Mundial y otras instituciones del sistema, y más de tres mil millones que no alcanza a cubrir el parámetro de necesidades básicas, medidas por alimentación, vivienda y salud.
La prensa internacional (del sistema), sus periodistas y comentadores, difunden estas cifras, impresionantes y fantásticas, destilando una rara mezcla entre admiración y envidia por no estar en el lugar de los rankeados, a los que consideran personas tocadas por la "varita mágica" del éxito y el prestigio social.
De esta manera, los diarios, las radios y los canales televisivos ponen el acento de la "noticia" en la disminución de la cifra de la fortuna de los tres sionistas que encabezan el ranking Forbes: Bill Gates, Warren Buffett y Carlos Slim, cuyos patrimonios juntos suman este año US$ 112.000 millones.
Por supuesto que la prensa del sistema no aclara que el presupuesto de US$896 millones que la ONU y el BM destinan para "combatir la pobreza en el mundo" equivale sólo al 0, 8 % de los US$112.000 millones (reunidos en las manos de sólo tres personas).
El Programa para hacer frente a la crisis mundial de alimentos, (GFRP, por sus siglas en inglés) desarrollado por el Banco Mundial no alcanza ni siquiera al 1% de la suma acumulada por los tres capitalistas más ricos, pero esto no es "noticia" para la prensa sionista imperial.
Mientras las potencias capitalistas centrales se concentran en "combatir la pobreza" con un presupuesto de US$ 896 millones, los primeros veinte supermillonarios de la lista Forbes concentran juntos una cifra de más de US$ 400.000 millones.
Esa cifra (en manos de sólo veinte personas) equivale casi al PBI completo de Sudáfrica, la economía central de Africa, cuya producción equivale a un cuarto de la producción total africana.
Mientras 20 súper multimillonarios acumulan una fortuna equivalente a un cuarto de la producción total africana, según la FAO, en el África subsahariana, una de cada tres personas (236 millones en 2007) sufre de desnutrición crónica.
La gran mayoría de las personas desnutridas en el mundo (mil millones) vive en países en desarrollo, según la FAO, y de ellas, el 65 por ciento se concentra en siete países: la India, China, la República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía. Casi dos tercios (583 millones en 2007) de los hambrientos del mundo viven en Asia.
Como contrapartida (y demostración de lo que produce el capitalismo), esas zonas marcadas por una altísima y creciente concentración de hambre y pobreza, figuran en las estadísticas económicas mundiales como las mayores generadoras de riqueza y rentabilidad empresarial capitalista de los últimos diez años.
Tanto el "milagro asiático" como el "milagro latinoamericano" (del crecimiento económico sin reparto social) se construyeron con mano de obra esclava y con salarios en negro. Esto lleva a que, al caerse el "modelo" por efecto de la crisis recesiva global, el grueso de la crisis social emergente con despidos laborales en masa se vuelque en esas regiones.
Pero de esta cuestión estratégica, vital para la comprensión de la crisis global y de su impacto social masivo en el planeta, la prensa internacional no se ocupa. Los medios locales e internacionales están ocupados en dilucidar la disminución de las fortunas de los ricos y la pérdida de rentabilidad de las empresas.
Y se cumple el axioma de máxima del sistema capitalista: Pobreza y riqueza, son extremos que no se tocan.
Si se tocaran, las mayorías hambrientas comprenderían quién es su verdugo y los ricos perderían su impunidad.