domingo, 24 de mayo de 2009

La crisis económica global agrega exclusión y pobreza

Los indicadores sociales de la recesión mundial obligan a relativizar el optimismo que despertó el salvataje de las grandes entidades bancarias y los signos de recuperación.
El mensaje entusiasta desde el Norte mundial respecto a que la crisis económica ha dado ya vuelta a su peor página, expresa un fascinante sistema de organización de la realidad que merece una observación atenta. El estallido de la burbuja inmobiliaria y su estela de desastres en los mercados, generó una transformación global cuyos alcances aún no se han definido. Pero es en su costado social donde se vislumbran los peores espectros. La OIT cifra en 30 millones los nuevos desocupados que provocará esta pesadilla, ampliando a 50 millones el total de personas en el mundo con problemas de empleo. Este desafío no debería ser observado sólo como la verificación clásica sobre quiénes acaban siempre pagando los costos. Sino, en una perspectiva más amplia, sobre qué puede esperar el mundo de tal acumulación de desesperados. Hay mucho de ese escenario inquietante en el trasfondo de la batalla verbal entre Barack Obama y la derecha republicana, que le demanda mantener la mano dura en la represión del fantasma terrorista, incluyendo el mantenimiento de la tortura que legó como una "barbarie legal" el gobierno de George Bush.

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